El Templo ceremonial de Montegrande es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del último decenio. Se trata de una antiquísima civilización que habitó en la selva amazónica de Jaén (Cajamarca, Perú), cuya arquitectura en forma de espiral permaneció oculta por más de 5300 años
24 de Noviembre, 2023
Se suponía que la selva amazónica no era propicia para descubrimientos de tal magnitud, afirmó Roger Atwood en la Revista Archaeology:
El montículo, conocido localmente como Montegrande, abarca más de dos acres en su base y es tan alto como un edificio de cinco pisos. Hoy se encuentra entre arrozales y pastos para vacas en las afueras de la ciudad peruana de Jaén. A pesar de que se encontró cubierto de arbustos a punto de que fue considerado como una colina natural, los pocos arqueólogos que se habían aventurado a este rincón remoto de la cuenca occidental del Amazonas, no podían ignorar que sus lados eran empinados y redondos. Ahí había algo que descubrir y así fue.
Montegrande, su trascendencia
El proyecto arqueológico de Montegrande está a cargo del arqueólogo peruano Quirino Olivera Núñez y el arqueólogo ecuatoriano Francisco Valdez. Según las investigaciones, los hallazgos de lugar revelan una faceta nueva en la historia de la Amazonía peruana. Involucra un territorio de gran riqueza biológica que comprende el norte de Perú y el sur de Ecuador, el que se caracteriza por orografía de ceja de selva, su exuberante vegetación y fabulosa fauna. Serpenteado por ríos caudalosos, la zona peruana es atravesada por el río Marañón en su camino al caudaloso Amazonas. Las características y patrones arquitectónicos de Montegrande guardan semejanza al complejo arqueológico de Palanda, en Ecuador.
Julio C. Tello estaba en lo cierto. El origen de la civilización se encontraba en la Amazonía.

Foto: Heinz Plengue Pardo
Los once fechados radiométricos de carbono 14, realizados en Montegrande coinciden con los 32 fechados realizados por el arqueólogo ecuatoriano Francisco. Nuestras investigaciones están demostrando que la hipótesis de Tello era acertada. En el interior de la Amazonía los hallazgos podrían reescribir la génesis cultural de la zona.
Atwood hizo un análisis sobre la comprensión de los arqueólogos acerca de cómo vivía la gente en la Amazonía, la que ha sufrido un cambio radical en las últimas décadas. El viejo consenso era que el suelo, demasiado pobre, no podía soportar asentamientos a largo plazo. Se pensaba que la gente se movía de un lugar a otro, quemando el bosque y cultivando hasta que el medio ambiente se agotaba.
Nadie había encontrado una gran arquitectura antigua en el Amazonas, y su aparente ausencia apoyaba la opinión de que el área estaba escasamente poblada y que su gente creaba poca cultura material más allá de la simple cerámica. Los relatos coloniales españoles de grandes ciudades, tierras de cultivo densamente pobladas y flotillas de barcos fluviales fueron vistos como mentiras o exageraciones.
Secuencia del hallazgo
(fragmento de la entrevista de Olivera Núñez para la revista italiana Fenix)
Quirino Olivera llegó a Jaén en 2009 con el propósito de hallar vestigios que puedan relacionarse con el sitio arqueológico de Palanda, en Ecuador, investigado en 2002 por su colega, el arqueólogo Francisco Valdez. Siendo que un buen día, Ulises Gamonal, especialista en la recuperación y conservación del patrimonio arqueológico en el Nororiente de Perú, lo animó a conocer el montículo de Montegrande. Un «montículo» que, milagrosamente, se había salvado de la invasión urbana y agrícola.
Luego de conocer el potencial del lugar Olivera Núñez pone manos a la obra para liderar el proyecto de excavación del montículo. Con todo a punto, en 2010 reciben un aporte de 10,000 dólares otorgado por la Comunidad Andina de Naciones. Forman un equipo compuesto por ocho arqueólogos ecuatorianos, encabezados por Francisco Valdez, y a nueve arqueólogos peruanos, dirigidos por Quirino Olivera inicia las investigaciones.
Los primeros descubrimientos

Apenas iniciadas las primeras excavaciones se descubre evidencias de arquitectura monumental de carácter público religiosa. Nunca había habido un descubrimiento de esa magnitud en esta parte de la Amazonía.
Los restos se hallaban debajo de una moderna iglesia católica abandonada, que era un botadero y un fumadero, a cinco minutos de la ciudad de Jaén. En esa oportunidad, según fuentes de la Agencia Andina Noticias, el hallazgo debió taparse con arena seca debido a la falta de presupuesto.
Desde ese momento, el Templo Arqueológico de Montegrande ha sido objeto de varias temporadas de excavación e investigación arqueológica.
Las jornadas de 2016

Una nueva jornada de excavaciones fue posible gracias al apoyo económico del plan Binacional Perú-Ecuador, que aportó 80,000 soles al proyecto. Sumados a los 100,000 soles otorgados por la Municipalidad Provincial de Jaén.
Ese año se descubrió la impresionante arquitectura en forma de espiral, la cual fue edificada siguiendo el mismo patrón arquitectónico que la arquitectura de espiral descubierta por Francisco Valdez, en Palanda (Ecuador).
Las evidencias indican que la arquitectura de Montegrande fue construida desde adentro hacia afuera, donde el centro de la espiral es una especie de ‘Axis mandí’ o eje del mundo, en el cual estaría sepultada la tumba del líder de la más alta jerarquía religiosa del templo.
¿A qué se debe la forma espiral de los templos hallados en Jaén?
En todas las culturas antiguas, la espiral es la forma natural del desarrollo y movimiento y ha sido un símbolo del viaje hacia la vida eterna. Es también el símbolo místico de la búsqueda del alma, a través del camino que, girando, iba al centro de lo divino. Constituye también el símbolo antiguo de la diosa, de la matriz, de la fertilidad, de la fuerza femenina de la serpiente, del cambio continuo y de la evolución del universo. Todos estos significados de la espiral, desde tiempos remotos, constituyeron los símbolos más universales de la historia de la humanidad.
Según la interpretación preliminar del equipo de arqueólogos, la forma de espiral del templo correspondería a una serpiente enroscada. Este símbolo representa a un animal sagrado en el panteón de las culturas preincas.
Un descubrimiento tan antiguo como la Ciudad Sagrada de Caral (Lima)
A la Ciudad Sagrada de Caral se le atribuye una antigüedad de 5000 años, por lo que es considerada la ciudad más antigua de América y una de las más antiguas del mundo. Ruth Shady, directora de la Zona Arqueológica de Caral, explicó a la National Geographic (2019) que los Caral fueron una sociedad avanzada que desarrolló grandes conocimientos científicos y tecnológicos que transmitieron a otras culturas vecinas.
Sin embargo, el complejo arqueológico Montegrande no estuvo dentro de la zona de impacto cultural de los Caral. De hecho, Montegrande tiene una antigüedad estimada en 5,300 años, siendo la primera construcción en la Amazonía destinada a la veneración y culto religioso. Su estructura está compuesta por una gran espiral de 400 m2 en donde se ha encontrado una gran cantidad de restos arqueológicos como cerámica, batanes de piedra, artefactos, enterramientos humanos y fogones.
¿Qué importancia tuvo la selva amazónica para el desarrollo de las culturas?
Olivera Núnez señala que la importancia de la Amazonía fue fundamental para el desarrollo de las culturas de la costa y la sierra de Perú. El jaguar u otorongo, que es la máxima divinidad religiosa de las antiguas culturas precolombinas, procede de la Amazonia, así como un conjunto de elementos amazónicos que están presentes en todos los contextos arqueológicos de las culturas precolombinas del antiguo Perú.
Mirando a futuro

En 2018 mostraron al mundo que los restos encontrados en Jaén (Cajamarca) forman parte del hallazgo de una antigua civilización amazónica, conocida como la cultura Mayo-Chinchipe-Marañon, que se desarrolló en el territorio fronterizo entre Perú y Ecuador.
Los arqueólogos sostienen que necesitan excavaciones adicionales mediante la técnica de la anastilosis (desmontaje arqueológico), a fin de desenterrar la tumba principal.
La dupla Valdez – Olivera
En una entrevista para la revista italiana Fenix y otros medios, Quirino Olivera comenta sobre el nacimiento del binomio Valdez-Olivera y del proyecto de investigación arqueológica binacional Perú Ecuador.
En el año 2004 conocí a Francisco Valdez en Quito – Ecuador, en un simposio de arqueología. Luego en el año 2005, recorrimos la cuenca del río Chinchipe, desde su naciente formado por las quebradas de Palanda y el rio Valladolid en Ecuador hasta su desembocadura en el Marañón en el Pongo de Rentema en lado de Perú.
A partir de este encuentro, asumimos el compromiso de trabajar de manera conjunta en un proyecto de investigación arqueológica Binacional Ecuador – Perú.
En ese momento orientamos nuestra hipótesis en descubrir sitios arqueológicos con evidencias de la cultura Bracamoros, contemporánea con los Chachapoyas, Chimús, Lambayeque y Tallan en Piura. Sin embargo, a medida que avanzamos con las investigaciones descubrimos la existencia de una antigua cultura que se desarrolló en esta parte de la Amazonia entre Ecuador y Perú.